martes, 23 de noviembre de 2010

Batallas de Venezuela

Batallas Independentistas venezolanas.
Durante la guerra de Independencia de Venezuela, entre  1811 y 1823 se liberaron 80 batallas (incluyendo algunas en la actual Colombia). De las 80 batallas, 50 fueron ganadas por los patriotas, 28 por los realistas y hubo dos tablas. El tamaño promedio del ejército patriota fue de 1.885 hombres; con un máximo de 5.000, reunidos por francisco de Miranda en 1812 y Simón Bolívar en 1821 para la batalla de Carabobo. La batalla más grande es la de Urica donde interviene un total de 11.200 soldados, 7.000 realistas al mando de Boves y Morales y 4.200 patriotas, al mando de José Félix Ribas y José francisco Bermúdez.
Batalla entre 1811 y 1812
Comienza la lucha una primera victoria pero, luego los realistas, bajo el mando de Monteverde propinan 5 derrota seguidas a los patriotas. Ni siquiera francisco de Miranda con sus 4.000 hombres pudo detener el triunfo de los patriotas de la corona.
Batallas entre 1813 y 1814
El periodo de 1813 a 1815 es el más movido en cuanto batallas, 39. De estas 25 la ganan los patriotas y 14 los realistas. En Oriente comienza la rebelión con los comandantes Mariño, Piar y Bermúdez. Simón Bolívar invade desde la nueva granada y realiza la famosa «Campaña Admirable» que culmina con la toma de Caracas y su nombramiento como «libertador». A partir de Septiembre de 1813 aparece el terrible José Tomas Boves, Ceballos y Morales acaban con todos los ejércitos patriotas, reconquistando toda Venezuela y poniendo fin a la 2da república.
Batallas entre 1815 y 1816
Estos dos años la mayoría de los «conspiradores» están muertos, escondidos o expulsados del país. El año de 1815 comienza con la llegada de las fuerzas expedicionarias de Pablo Morillo, quien con 15.000 hombres viene a acabar la rebelión. La única «batalla» de 1815 la libra Juan Bautista Arismendi en Juan griego con 50 hombres… eso le costó el famosos encarcelamiento de su mujer embarazada luisa Cáceres de Arismendi.
Batallas entre 1817 y 1819
En el año de 1817 continua la reconquista de Venezuela, misión casi imposible por la presencia de Morillo, Bolívar se consolida con el Jefe Supremo de Venezuela. Al final del periodo el ejército patriota cruza los andes atacando a los realistas en Nueva Granada, derrotándolos en Boyacá, asegurando así la independencia de Venezuela. Se liberaron 15 batallas con 8 triunfos patriotas, 5 realistas y dos tablas. Entre los triunfos de patriotas, cuenta una Batalla Naval en el Orinoco.
Batallas entre 1820 y 1823
Este último periodo de la guerra de independencia comienza con un golpe de suerte. En España, se subleva un segundo ejército expedicionario de 20.000 soldados, que de haber arribado a estas tierras habría acabado con las luchas independentistas. En estos años se libra la batalla de Carabobo que sella la independencia de Venezuela.

Batalla de Araure
Con Bolívar en el occidente, y Santiago Mariño desde el oriente, Venezuela estaba el control de los patriotas mediados de 1813, a excepción de las provincias de Guayana y Maracaibo. En Septiembre de 1813 los realistas recibieron fuerzas desde Cádiz extendiéndose a los enfrentamientos armados por todo el país, mientras los éxitos   de los patriotas continuaron hasta fines de 1813. En estos encuentros destaca la batalla de Araure, en la que Simón Bolívar vence a José Ceballos. El 13 de diciembre de 1813 tuvo conocimiento Simón Bolívar de que las fuerzas realistas (3.500 hombres), bajo el mando de brigadier José Ceballos, se había reunido con las de José Yánez en la Villa de Araure (Edo. Portuguesa), y en virtud de ello, dispuso que todos los cuerpos que se hallaban en el Altar de Cojedes concurriesen a la concentración que se llevaría a cabo en el pueblo Aguablanca. El día 4 los republicanos acamparon a uno 1.000m del poblado de Araure, frente a los realistas, su espadas estaban guarnecidas por un bosque; disponían, además, de 10 piezas de artillería. El 5 de Diciembre de 1813, la descubierta republicana empeño la acción y de inmediato se vio flanqueada y cortada por una columna de caballería. La pequeña fuerza atacante fue virtualmente destruida. Entre tanto, Bolívar desplegaba en batalla sus divisiones, para reanudar el ataque. En el centro y el teniente coronel Vicente Campo Elías, con el batallón Barlovento, a la izquierda. La caballería cubría 2 flancos del dispositivo. Ante el ataque republicano, Ceballos hizo marchar su caballería contra la derecha de los atacantes, pero Bolívar, atento a este movimiento, la cual desordenó  puso en fuga a la caballería contraria. Esta intervención de Bolívar permitió la ruptura del frente enemigo, acción que produjo gran confusión dentro de la posición defensiva, con el consiguiente triunfo de los republicanos. Las fuerzas republicanas marcharon ese día a Aparición del a Corteza, donde Bolívar fijo su cuartel general provisional. La batalla comenzó al amanecer y tuvo una duración de seis horas, aproximadamente. Las tropas realistas eran numéricamente superiores a los efectivos patriotas.
Quedaron en poder de los patriotas 200 prisioneros, cuatro banderas y numerosas piezas de artillería. En esta batalla perecieron más de 500 jinetes de Yánez, el Naña de los llaneros. Tan valiente se comportó el batallón patriota en la acción, que Bolívar dijo a los soldados al día siguiente; «Vuestro valor ha ganado ayer en el campo de Batalla, un nombre para vuestro cuerpo, y aun es medio del fuego, cuando os vi triunfar, le proclamé del batallón Vencedor de Araure».

Batallas de Carabobo
Al amanecer el 24 de junio 1821, parte del ejército patriota de la sabana de Los Taguanes rumbo a la sabana de Carabobo. Los patriotas marchaban con entusiasmo. Este ejército estaba constituido por 4.000 hombres de infantería y de 2.500 de Caballería siendo su Jefe General Santiago Mariño.
Los soldados estaban distribuidos en tres divisiones: la primera comandada por Páez estaba compuesta por el batallón de los Bravos de Apure y el Batallón Británico; Cedeño dirigida la segunda división, la cual estaba compuesta por un brigada de la Guardia, por los Batallones Tiradores, Boyacá y Vargas y por un escuadrón de jinetes, El Sagrado, encabezado por el coronel Arismendi. Y la tercera división estaba comandada por Ambrosio Plaza. El ejército realista tenía unos 5.100 soldados y piezas de artillería. Estaban distribuidos en cinco batallones de infantería: Valency, de Barbastro, Burgos Holstarich e Infante.
Desde la Colina de Bella Vista, Bolívar pudo observar cómo se había alineado el ejército de La Torre y notó que el enemigo estaba preparando a combate y los esperaba formando seis columnas de infantería y tres de Caballería situadas de tal manera que mutuamente se sostenían. Bolívar cambia sus planes iníciales; desde Buena Vista observa con atención  y se dan cuenta que el flanco derecho del enemigo es el más débil ya que se encontraba descuidado descubierto, por tanto piensa que lo que conviene es un ataque por la izquierda. Bolívar decide una «una maniobra desbordante» por el ala derecha del enemigo. Da la orden a Páez y a Cedeño de llevarla a cabo, la cual todos cumples las órdenes con rapidez.
La torre al darse cuenta de la maniobra de los patriotas ordena al Batallón Burgos marchar hacia donde se dirigían los Bravos de Apure, a los cuales alcanzaron tratando de escalar la colina. Atacaron con tal fuerza que lo Bravos de Apure tuvieron que replegarse dos veces. Solo se repusieron de este ataque al llegar el batallón Británico que obliga a retroceder a Burgos, lo cual permite que se reorganice los Bravos de Apure. Entonces salen estos en su auxilio, ya que ahora los británicos enfrentan también al Infantes y al Holstarich. Se incorpora dos compañías de Tiradores al mando de Cedeño y mediante una carga a la bayoneta nuestros llaneros logran penetrar la sabana. Mientras tanto la División de Cedeño ascendía a la sabana a la derecha de la división de Páez; las dos compañías del Batallón Tiradores entraban en líneas con Apure y Británico y pronto acudieron las restantes. Renovada la lucha con furor, los españoles llevaban la peor parte de cuando replegaron y se detuvieron a pie firme en una ondulación del terreno. El batallón de la Reina fue interceptado por los de Boyacá y Vargas, de la división de Cedeño al penetrar estos a la sabana. Dos regimientos realistas Húsares de Fernando VII y Carabineros, avanzaron a la derecha de su línea a cargar el flanco. Páez envió a recibirlos a su estado mayor y una compañía de su guardia junto con cien lanceros selectos, y logró rechazarlos, mientras el resto de su caballería entraba a la llanura y se extendía a su izquierda. Algunos escuadrones realistas avanzaban a cargar de nuevo cuando Páez, reuniendo sus Jinetes, le dio una formidable carga y los puso en derrota. El Libertador había apresurado la entrada a la llanura de Cedeño y envió la orden a Plaza, de avanzar sobre los enemigos.
La torre envió al fuego al Batallón Barbastro, pero recibió este cuerpo de frente por Páez y atacado de flanco por la caballería de Rondón, de la división de Plaza, que había enterado por el camino Real, fue destruido. Los batallones españoles, dando frente a retaguardia, habían entrado en la lucha sucesivamente en condiciones desventajosas. Solamente el Infante y el Valency, situados hacia el sur, no habían sido empeñados. El ejército real, casi cercado por las fuerzas de Plaza, perdió su moral. A La Torre se le escapó la dirección, no fue obedecido por el famoso batallón Los Lanceros del Rey y este cuerpo y otros de caballería de Morales, temiendo quedar prisioneros, huyendo por el camino de El Pao. Cundió el pánico y los grupos de infantería todavía resistieron y se dispersaron o se entregaron. La batalla duró alrededor de una hora. El Batallón Valency, formando en cuadro por su coronel Tomás García, inicia la retirada, lo cual permite que La Torre, Morales, su Estado Mayor y los restos de otros batallones escapen hacia Puerto Cabello.
Según el parte oficial español, los realistas perdieron a 2 jefes, 43 capitanes, 77 oficiales subalternos y 2786 soldados, y según el republicano, el ejército patriota apenas 200 muertos y heridos. En esta batalla murieron los jefes de división, Cedeño y Plaza, el jefe del Batallón británico, Ferrier y Pedro Camejo, (el célebre Negro Primero). Páez recibe el más alto rango, el de General en Jefe, por su acción decisiva en esta victoria. La Torre huye a Puerto Cabello. Bolívar victorioso prosigue camino a Caracas.
Batallas de San Félix
A comienzos de febrero de 1817 se hallaba el General realista Pablo Morillo en San Fernando de Apure, donde tomó una serie de disposiciones para las operaciones que debían llevar a cabo, a saber: una ofensiva contra Simón Bolívar, a la sazón en el oriente venezolano; un refuerzo a la provincia de Guayana; y protección a Barinas y San Fernando contra las acciones de José Antonio Páez, así que designó al brigadier Miguel de la Torre como jefe de operaciones de Angostura. El resto de las tropas, bajo su mando, marcho a Calabozo y de allí a Barcelona. El 27 de marzo llegó la Torre a la ciudad de Angostura, plaza que atravesaba una situación muy delicada como resultado del asedió impuesto por los republicanos mandados por el General Manuel Piar, secundado por Manuel Cedeño, José Antonio Anzoátegui, Pedro León, Torre y otros.
El 4 de abril de partió el brigadier la Torre para los castillos de la  Vieja Guayana, donde iniciaría una operación hacia las misiones del Caroní, en busca de víveres y ganado.
El 6 del mismo mes desembarco en las fortalezas y el 10 inició la marcha hacia el poblado de San Miguel, adonde llego el 11 a las 9a.m. conducía uno 1.180 hombres, repartidos así; batallón ligero de Cacharí (500); una columna formada con parte de los batallones de Barbastro, Castilla y Victoria (500); una compañía de Húsares de Fernando VII (50 jinetes); y parte de los escuadrones de caballería Guías del General, Moitaco y San Mateo, y con cañón de a 3.
El general Piar se hallaba en la mesa de Angostura y tan pronto tuvo conocimiento del desplazamiento de la Torre, trasladó sus fuerzas hacia San Félix, dispuesto a neutralizar las acciones de su contendiente.
El 8 de abril arribaron los republicanos a San Félix y allí obtuvo Piar la información de que la Torre avanzaría por este poblado, en su marcha hacia las misiones. En atención a estas noticias decidió esperarlo en una sábana inmediata al pueblo de San Félix. Contaba Piar con unos 2.200 hombres distribuidos en las unidades siguientes; batallones Honor, Barlovento y Conquista de Guayana (1.800 hombres, entre los cuales había 500 fusileros, 500 indios flecheros y 800 indios lanceros); y escuadrones de caballería Honor, Chaviripa y uno de carabineros (400). Piar destacó hacia Puga una compañía de caballería.
El 11 de abril de 1817 se conoció la presencia de los realistas en el pueblo de San Miguel. Ante la inminencia del contrato, Piar tomó el dispositivo siguiente: los fusileros y los flecheros en primer escalón; los lanceros en segundo y la caballería en las alas. A las 4 p.m. inició la Torre el combate; para lo cual formó la mitad de sus fuerzas de infantería (Cachirí) en 3 líneas y el resto en columna, a retaguardia de las primeras; delante el cañón y la caballería en los flancos. El ataque realista fue rechazado por los republicanos, los cuales pusieron fuerza de combate a la tercera parte de las tropas de la Torre. Los realistas iniciaron el repliegue, que fue aprovechado por Piar para lanzar una carga a la bayoneta contra las unidades que se hallaban en columna, al mismo tiempo que la caballería republicana atacaba la espada y el flanco izquierdo realista. Con la victoria en la batalla de San Félix los patriotas obtuvieron el rico territorio de Guayana y el camino del Orinoco.


Batallas de Urica
Después de la  victoria obtenida en Los Magueyes (9/11/1814) contra el coronel José Francisco Bermúdez, José Tomás Boves se trasladó por Mundo Nuevo a Urica a reunirse con su segundo, el coronel Francisco Tomás Morales, quien de Santa Rosa había marchado hacia aquella zona.
Por su parte, Bermúdez retorna a Maturín, donde el general en jefe José Félix Ribas dispuso la ejecución de la ofensiva contra los realistas en Urica; operación que no se había llevado a cabo debido a la decisión de Bermúdez de ir a Los Magueyes contra Boves.
Para esta empresa contaba Ribas con 2.000 hombres, al frente de quienes se hallaban José Tadeo Monagas, Pedro Zaraza, Manuel Cedeño, Francisco Parejo y otros. Al llegar al sitio de El Areo, procedió Ribas a la formación de 2 columnas de Caballería de 180 hombres, los cuales recibieron el nombre de Rompelíneas, con Monagas y Zaraza de comandantes.
El destacamento patriota marchó durante la noche del 4 al 5 de diciembre, para amanecer en Urica frente a los realistas (ya Boves se había incorporado), desplegados en 3 columnas en una gran sabana. La iniciativa para el combate la tomó Boves, cuando salió con su columna a enfrentarse a la que mandaba el coronel Bermúdez, pero al punto fue rechazado por el jefe oriental.
Este éxito inicial de los patriotas permitió a Ribas la colocación de sus hombres en línea de batalla y con ellos cargó contra los realistas, quienes respondieron con intenso fuego de artillería. En este momento, ordenó Ribas que las columnas Rompelíneas cargasen contra la derecha enemiga, lo cual fue ejecutado con éxito.
Cuando Boves advirtió que su columna había sido envuelta, salió de su centro precipitadamente y pereció en el choque. El resto de las fuerzas realistas (centro e izquierda), cargó contra la línea republicana y la envolvió, y con ello obtuvo la victoria. Las bajas fueron numerosas en ambos bandos.
El 5 de diciembre de 1814, en la batalla de Urica, donde perdió el ejército patriota, muere también la segunda república venezolana, pero también murió el jefe realista José Tomás Boves quien por años había propinado tantas derrotas a las fuerzas republicanas y a la causa independentista.
Por consiguiente, aunque cuenta como una derrota patriota, esta acción marcó un renacer en la gesta emancipadora, no solo por la muerte del nefasto caudillo realista sino por la aparición, poco después, de José Antonio Páez como líder en el escenario de la confrontación, lo que le dio un empuje decisivo a la causa republicana con sus victorias y las de sus valientes lanceros.
Batalla naval del lago de Maracaibo
Última y decisiva acción en las campañas navales de la independencia. Librada el 24 de julio de 1823 entre la escuadra republicana regida por el general José Prudencio Padilla, comandante del tercer departamento de marina y de las operaciones sobre el Zulia y la realista mandada por el capitán de navío Ángel Laborde y Navarro, comandante del apostadero de Puerto Cabello y segundo jefe de la armada española sobre Costa Firme.
La primera estaba compuesta por los bergantines: Independientes, Marte, Fama, Confianza y Gran Bolívar; las goletas; Espartana, Independencia, Manuela Chitty, Emprendedora, Avenita, Peacok, Antonia Manuela y Leona, con una respetable división de fuerzas sutiles que se había puesto a las órdenes del capitán de fragata Walter D. Chitty, y las segunda por el bergantín San Carlos, los bergantines-goletas: Esperanza y Riego o Maratón; la goleta de 2 gavias Especuladora; las de velacho: María Salvadora, Estrella, Cora, Mariana, Rayo, María Habanera y Zulia; las flecheras: Atrevida y Maracaibera; los pailebotes: Guajira y Monserrat; los faluchos: Resistencia, Mercedes, Brillante, Relámpago y Pedrito y las piraguas: Raya, Duende, Palomera, Esperanza, Félix María, Altagracia, San Francisco y Corbeta, con un total de 49 cañones desde el calibre de a 4 hasta el de a 16; 14 carronadas de a 6 a 24; 4 obuses de a 18; 975 individuos de tropa y 670 de marinería, incluidos jefes y oficiales.
 En la tarde del 23 de la flota realista se dirigió a la costa occidental del lago en las inmediaciones de Capitán Chico fondeó entre este sitio y Bella Vista, al norte de Maracaibo, quedando en línea de combate, pero la republicana permaneció a la vela hasta el anochecer que fue a dar fondo en Los Puertos de Altagracia, que dando todos los buques en una línea paralela a la costa oriental, avanzando las fuerzas sutiles hasta Punta de Piedra; al amanecer del 24 los comandantes de los buques republicanos fueron llamados al bergantín Independiente, donde el general Padilla les dio las últimas instrucciones  para el combate, efectuando algunos cambios y no satisfecho aún, a las 10:30a.m. Pasó personalmente a bordo de un modo eficaz para que, llegando el momento de atacar a los realistas, los verificaran con la mayor intrepidez y entusiasmo.
A las 10:30a.m. Roló el viento al nordeste y 10 minutos después se hizo la señal de prepararse a dar la vela, pero habiendo aflojado llamándose al sur, se reservó la de levar anclas hasta que se afirmase la brisa por donde fuera favorable, en esta solemne oportunidad, cuando todo los invitaba a atacar la escuadra realista que se hallaba fondeada a su frente en un línea paralela a la costa y muy próxima a ella.
A las 2p.m., se ordenó al comandante de las fuerzas sutiles levar anclas y seguir desde luego sobre las embarcaciones realistas de su clase, en atención a que por su menor andar debía adelantarse; a las 2:20p.m., hicieron la señal de dar la vela, u minutos después la de formar en líneas de frente para atacar al mismo tiempo a todos los buques enemigos que, observando aquellos movimientos se acoderaron.
Como el bergantín Marte estaba situado a barlovento y el Independiente, buque muy velero, a sotavento, fueron proporcionando el andar do modo que quedase y siguiese perfectamente bien formada la línea de Batalla para lograr la realización del plan que Padilla se había propuesto, sin que por esto se dejasen de hacer las señales que fuesen menester a cada uno de los que se desviasen de su sitio. Los buques republicanos avanzaron con rapidez asombrosa sobre la escuadra realista que se quedó al ancla en espera del ataque; el ala sur la llevaba el general Padilla y el ala norte a las órdenes del capitán de navío Nicolás Joly, cortado la retirada hacia la bahía. A las 3:04 p.m., colocaron la señal de abordar al adversario dejándolo izado no obstante haber sido contestada por todos los buques, para manifestar con ello que ninguna otra persona estaba por hacer. En efecto formación, prosiguieron navegando todos los buques; abarloados, ninguno solía de su puesto y cada uno avanzaba directamente sobre alguno de los contrarios que, a las 3:45p.m., abrieron sus fuegos de cañón y a muy poco rato el de fusilaría del modo más vivo y continuado; pero la escuadra de Colombia de Grande, prosiguió avanzando sin disparar un tiro; hasta que estando a toca-peñoles rompieron los fuegos de cañón y fusilería; se rompieron los baupreses, el bergantín Independiente, se echó sobre el San Carlos,  y se dio comienzo al abordaje; fase con la cual la victoria se decidió por los republicanos. Fueron destruidos muchos buques realistas y capturados otros. Los realistas en las más angustiosa situación picaron los cables y trataron de escapar haciéndose a la vela; pero fracasaron en su intento, pues sus buques mayores fueron hechos prisioneros la mayor parte de la tripulación del San Carlos se arrojó al agua e igual suerte corrió la de los otros buques, excepto la del bergantín-goleta Esperanza. Que una explosión los destruyó. Sólo 3 goletas lograron escapar y se pusieron en abrigo del Castillo San Carlos. Terminada la jornada el general Padilla ordeno que la escuadra diese fondo allí donde había combatido. Poco después se dirigió a Los Puertos de Altagracia a preparar las averías de sus naves. El comandante Ángel Laborde pasó al castillo, ganó luego la barra, tocó en Puerto Cabello y con el archivo del apostadero se dirigió a Cuba. Las pérdidas de los republicanos fueron de 8 oficiales y 36 individuos de tripulación y tropa muertos, 14 de los primeros y 150 de los segundos heridos y un oficial contuso, mientras que las de los realistas resultaron mayores, sin contar los 69 oficiales y 368 soldados y marineros que quedaron prisioneros. En 2 horas de recio combate, se dedicó la acción, la cual, abrió el camino de las negociaciones con el capitán general de Venezuela, quien al concluirlas el 3 de agosto siguiente, se obligó a entregar el resto de los buques españoles, la plaza de Maracaibo, el castillo San Carlos, el de San Felipe en Puerto Cabello, así como todos los demás sitios que ocupaban los españoles y el día 5 evacuó definitivamente el territorio nacional. La cruenta batalla fue la acción final que, junto a la de Carabobo, aseguró la Independencia de Venezuela. La Escuadra Republicana con menores recursos bélicos que la española, se coronó con el triunfo de aquellos hombres que al grito de «MORIR O SER LIBRE» nos legaron el derecho más sagrado del hombre; La Libertad.
Batalla de la Victoria
Cuando el ejército comandado por Boves y Morales se dirigía hacia Caracas, después de haber vencido a las fuerzas patriotas en La Puerta, el 3 de febrero de 1814, el General José Félix Ribas decidió cortarle el paso a La Victoria. A tales efectos reclutó soldados entre los estudiantes de la Universidad y del Seminario de Caracas logrando formar un ejército, que aunque inferior en número al enemigo, logro vencerlo el 12 de febrero de 1814. Debido a este triunfo, a José Félix Ribas como miembro de la Sociedad Patriótica, tenía el cargo de General de División y Comandante General de la Provincia de Caracas, cuando comenzó la ofensiva de Boves desde los llanos a principio de 1814. Debido a la escasez, de hombres con los que contaba Ribas en su ejército, decidió reclutar como soldados a estudiantes de la Universidad y del Seminario de Caracas, y cerrarle el paso a las huestes de Boves y Morales que se dirigían hacia el centro del país. Después de haber dejado bien protegida a Caracas mediante la construcción de una «ciudadela» formada por 35 manzanas en tomo a la Plaza Mayor, Ribas reúne un puñado de jóvenes inexpertos en el uso del fusil, armados más que todo del coraje que inspira la defensa de la patria, y con ellos, que unidos a los soldados no pasan de 1.500, marcha a la Victoria a enfrentarse a las tropas realistas, que tienes unos 2.500 hombres.
Días festivos:
Día de la bandera
El 12 de marzo del 1806 flameó por primera vez la bandera que, con algunas modificaciones, habrían de adoptar Venezuela. Este hecho memorable no ocurrió en aguas venezolanas, sino en la rada de Jacmel, Haití por obra de su creador, Francisco de Miranda. Este barco lleva a bordo el cargamento más heterogéneo que se haya visto jamás. La oficialidad está integrada por polacos, franceses, austriacos, norteamericanos, etc. La tripulación es cualquiera. La que primero aparezca. John Fink, Carnicero muy popular es el encargado de reclutar a los vagos y maleantes de los muelles de Nueva York o en los bajos fondos de Brooklyn.
Con aquella abigarrada tripulación se hizo a la mar en Staten Island el domingo 2 de febrero de 1806. Se dirige a Haití, donde debe reunir más gente. En 17 días de feliz navegación, ya está en Haití. Miranda agota los recursos para lograr que se fleten dos pequeñas goletas: la Bachus (Baco) y la Bee (abeja). Estando aún en la rada haitiana, Miranda iza el pabellón tricolor. Esa bandera tiene los colores del iris: amarillo, azul y rojo.
La convulsionada vida política que vivió Venezuela durante los años que restaban del siglo XIX, condujo a los caudillos de las revoluciones triunfantes a introducir cambios de muy corta permanecía, referidos casi exclusivamente al número y la disposición de las estrellas, la forma actual de la bandera, con los colores originales, las franjas horizontales de igual ancho y en el mismo orden y las siete estrellas, fue establecida por un decreto del Congreso Nacional, de fecha 15 de Julio de 1930. La Vigente ley de Bandera, Escudo e Himno Nacionales, promulgada el 17 de Febrero de 1954, dispone: «La Bandera Nacional es la que adoptó el Congreso de la República en 1811, formado por los colores amarillo, azul y rojo, en franjas unidas, iguales y horizontales, en el orden que queda expresado, de superior a inferior. Además, precisa que: «… llevará el Escudo de Armas de Venezuela en el extremo de la franja amarilla cercano a esta y, en medio del azul, siete estrellas blancas de cinco puntas, colocadas en el arco del círculo con la convexidad hacia arriba…»
Posteriormente fue el presidente Rómulo Betancourt quien, en Decreto del 3 de julio de 1963, instituyó el 12 de Marzo de cada año como Día de la Bandera, considerando « que ese día debe corresponder al momento histórico en que el glorioso emblema se izó por primera vez como símbolo que inflamó de patriotismo al corazón de los Libertadores, para realizar la epopeya de la Independencia nacional ». El 23 de Septiembre de 1977, por disposición del Presidente Carlos Andrés Pérez, los Ministerios de Relaciones Interiores y Educación resolvieron: « En los planteles educacionales, durante los actos de izar y arriar la Bandera Nacional, los alumnos que intervengan en las ceremonias correspondía cantarán el Himno Nacional de la República de Venezuela ».
Día de la batalla de Carabobo y día del ejército
El 24 de Junio de 1821 se libró la Batalla de Carabobo, con la que se selló definitivamente la independencia de Venezuela, y en la que los valerosos soldados del ejército venezolano sacrificaron hasta su vida en pos de este sueño. Por esto se celebra en el país todos los años como una fecha Patria conmemorada el Día de la Batalla de Carabobo, así como también el Día del Ejército Venezolano, en honor a los soldados que allí combatieron.
Después de la Campaña Admirable de 1813, comandada por el Libertador Simón Bolívar y la expedición de Chacachacare, al mando de Santiago Mariño, se suceden cruentos episodios militares, batallas, combate y otras acciones, dignas de la Pluma del Coronel  Doctor Eduardo Blanco, hasta que el 24 de junio de 1821, en las Sabanas inmortales de Carabobo, el Ejército Libertador sella para siempre la Independencia de Venezuela.
Ya en 1819, había consolidado la libertad de Nueva Granada, con el paso de los Andes, mediante una serie de batallas que culminan en el Puente de Boyacá, el 7 de Agosto.
Desde Carabobo, el General en Jefe Simón Bolívar emprende la realización de sus planes hacia el sur, y alcanza la independencia de Ecuador, Perú y la creación de Bolívar en Batallas memorables como la de bomboná, Pichincha, Junín y Ayacucho, en las que el Ejército Venezolano demostró siempre una valentía y una entrega a toda prueba, por lo que merecidamente se celebra en la misma fecha de la Batalla de Carabobo el Día del Ejército.
Después de 1830 se suceden en el país centenares de movimientos, en razón del surgimiento del caudillismo, que cesan al iniciarse el siglo XX, permitiendo la nueva institucionalización del Ejército y la Armada. El día del Ejército empezó a celebrarse el 24 de junio a partir del año de 1949, por Decreto de Coronel Carlos Delgado Chalbaud.
En 1958, a raíz de la caída del General Pérez Jiménez, se dividieron las fuerzas en Ejército, Marina (la Armada), Aviación y Guardia Nacional. (Fuerzas Armadas de Cooperación). A partir de entonces, el día del Ejército está referido solamente al componente terrestre de la Fuerza Armadas, como heredero directo del Ejército Libertador, el que figuraba como Ejército nacional desde 1811. Del seno del Ejército, por evolución de las ciencias, la técnica y la administración va a nacer la Fuerza Aérea Venezolana y la Guardia Nacional. Un vigoroso desarrollo aflora en la institución desde 1945 y a partir de 1958 se hace resaltante.
En 1975, se puso en vigencia el Plan de Reorganización  « CARABOBO » (1975-1990), el cual ha impartido un aliento de gran utilidad para el cumplimiento de la misión y objetivos del Ejército Venezolano, Forjadores de Libertades.
Día del inicio de independencia
Más que un hecho histórico, el 19 de abril de 1810 representa el movimiento con que se inicia en Caracas el proceso histórico de la Independencia de Venezuela, al ser destituidas las autoridades españolas y sustituidas por una Junta de Gobierno a la cabeza de la cual figuran los 2 alcaldes del Cabildo Municipal. La noche del 18 al 19, los complotados se reunieron en la residencia del médico José Ángel de Álamo. La idea era aprovechar que el Jueves Santo Emparan debía asistir con el Cabildo a la Catedral para las ceremonias religiosas, y así obligarlo a participar en una reunión, estilo cabildo abierto, donde los criollos plantearían la situación y exigirían la opinión del gobernador con respecto a lo que ocurría en España. Los miembros del Cabildo partidarios de constituir una Junta se valieron del Alcalde José de la Llamozas para provocar a un cabildo extraordinario, aunque él no estaba autorizado para tal convocatoria. Pero en esta trampa cayó Emparan, y al asistir al Ayuntamiento convalidó el acto. Eran las 8 de la mañana. Luego de varias intervenciones en apoyo o rechazo a la constitución de la Junta, y cuando empezaba a caldearse el ambiente, Emparan cortó el debate, alegando que eran dadas las 9 de la mañana, hora de iniciarse los oficios del Jueves Santo. De inmediato, el gobernador se encamina hacia la catedral caraqueña con paso decidido.
Cuando estaba al llegar a las puertas del templo. Francisco Salías lo detuvo enérgicamente, conminándolo a que regresa al Cabildo, porque « está en juego la salvación pública ». Ante tal irrespeto a la primera autoridad venezolana, la fuerza armada intentó arrestar a Salías, pero su jefe, el capitán Luis de Ponte, siguiendo instrucciones del Inspector General, Fernando Rodríguez del Toro, también de los comprometidos, no permitió a ningún oficial ni soldado que actuara. Esta actitud, más la decidida y persuasiva intervención del alférez real Feliciano Palacios Banco, prácticamente obligaron a Emparan a devolverse al Cabildo. Llena la sala a toda capacidad, en una reunión que se hacía cada vez más tormentosa, se llegó hasta el extremo de proponer al propio Emparan que presidiera la Junta que estaba por formarse, pero se opuso radicalmente el canónigo José Cortés de Madariaga, sacerdote chileno decididamente partidario de la independencia absoluta. Ante la imposibilidad de llegar a algún acuerdo, Emparan optó por asomarse al balcón y preguntar a la multitud si querían que él siguiera gobernando.
El pueblo caraqueño, que no estaba preparado para un cambio tan repentino, contestó inicialmente ¡Sí! Detrás de Emparan se había colocado con toda intención el canónigo Madariaga, quien hizo señas al público, para que contestara que no querían al gobernador. En esa vacilación estaba el pueblo, cuando el médico yaracuyano José Rafael Villarreal, de acuerdo con Madariaga, empezó a corear: « ¡No, no lo queremos! ». En cuestión de instantes, ya todo el pueblo estaba sumado al ¡No! De Madariaga y de Villarreal. Ante la renuncia forzada de Emparan quién respondió: « Pues, yo tampoco quiero mando», se constituyó una Junta Suprema llamada convenientemente “defensora de los derechos de Fernando VII” pero con obvias intenciones independentistas, dando inicio así al proceso que conducirá a la declaración de la independencia plena.
Fechas patrias de la juventud
José Félix Ribas, como miembro de la Sociedad Patriótica, tenía el cargo de General de División y Comandante de la Provincia de Caracas, cuando comenzó la ofensiva de Boves desde los Llanos a principios de 1814. Debido a la escasez de hombres con los que contaba Ribas en su ejército, decidió reclutar como soldados estudiantes de la Universidad y del Seminario de Caracas, y cerrarle el paso a la hueste de Boves y Morales que se dirigía a Caracas mediante la construcción de una « CUIDADELA » formada por 25 manzanas en torno a la Plaza Mayor, Ribas reúne un puñado de jóvenes inexpertos en el uso de fusil, armados más que todo del coraje que inspira la defensa de la patria, y con ellos, que unidos a los soldados no pasan de 1.500 hombres. El joven ejército comandado por Ribas llegó a La Victoria el 10 de febrero, y tomó posiciones para la defensa de esa ciudad, que es atacada por el enemigo con todas sus fuerzas el día 12 de febrero de 1814.
Después de varias horas de valiente y aguerrida defensa, y cuando casi se había perdido la batalla, Ribas recibió refuerzos de Campo Elías desde la Cabrera, con lo que las acciones se emparejaron, y terminaron decidiéndose a favor de los patriotas, aun cuando el ejército contrario prácticamente triplicaba en número a los vencedores. La heroicidad demostrada por José Félix Ribas, le valió a él y su joven ejercicio él título de «Vencedores de los tiranos de La Victoria». El 10 de febrero de 1947 la Asamblea Constituyente decreta que se celebre el 12 de febrero como el día de la Juventud en Venezuela «en reconocimiento a los servicios hechos a la república por los jóvenes». En todo el país se llevan a cabo actos conmemorativos del Día de la juventud, sobre todo en la ciudad de La Victoria, en la plaza principal “José Félix Ribas” y donde existe el grupo escultórico integrado por el héroe y varios jóvenes que reciben instrucciones sobre el manejo del fusil. Este monumento lo decretó el Presidente Andueza Palacio, y se erigió durante el gobierno de Joaquín Crespo, inaugurándose el 13 de febrero de 1895. El escultor fue Eloy Palacios. Como un estímulo a la juventud creadora de Venezuela, el Ministerio de la Familia otorga ese día la condecoración « José Félix Ribas» a los jóvenes destacados en diferentes áreas.
Día de la firma de independencia
Una vez iniciada la discusión sobre el tema independentista, la Sociedad Patriótica, por sugerencia del entonces coronel Simón Bolívar, envió al doctor Miguel Peña para que consignara y leyere un emotivo discurso a favor de la independencia. Eso provocó que en la sesión de la mañana del 5 de Julio de 1811 se desarrollara una profunda y, en ocasiones, candente discusión entre los partidos de la emancipación y sus detractores. Finalmente, el presidente del congreso se dirigió a los presentes: « considero, señores diputados, que la materia aquí tratada, ya ha sido discutida lo suficiente. Se han escuchado los planteamientos de quienes están a favor y quienes están en contra. Es por ello que doy por finalizada la discusión y se inicia el proceso de votación, cuya naturaleza debemos reconocer como ardua, importante y transcendental». Todos pronunciaron a favor de declarar, de manera inmediata, la independencia de Venezuela, con la excepción del representante de La Grita, Juan Vicente Maya, quien votó en contra. Cuando el presidente anunció la decisión del Congreso, el público espectador estalló de emoción y salió a las calles a gritar: « Viva la independencia… viva la patria… viva la libertad ». La declaración solemne de la independencia es celebrada con vivas a la patria y a la libertad, y repiques de campanas. Esa misma tarde, el congreso se reunió de nuevo y designaron al diputado Juan Germán Roció y al secretario francisco Isnardy, para « formar un proyecto que abrazase todas causas o poderosos motivos que habían obligado a declarar la finalidad de hacerlo del conocimiento de todos los pueblos de la tierra ». También nombrando a los diputados Francisco de Miranda, Clemente y Sara, y Busay, para que hicieran una propuesta de cuál sería la bandera del nuevo Estado Soberano. Inmediatamente, ellos propusieron la misma bandera que el generalísimo Miranda izara por primera vez en la cubierta del buque «Leander», el 12 de marzo de 1806, en su abortada expedición a las costas venezolanas. El 5 de Julio los argumentos jurídicos de Roscio son terminantes «el contrato con Fernando VII fue anulado por falta de rey».
Según se leía en el oficio: « En tanto pues, ha acordado que se participe al Supremo Poder Ejecutivo tan laudable y digna resolución, para que como encargado privativamente de la seguridad pública adopte las medidas que crea convenientes en las actuales circunstancias; bajo el firme supuesto de que con cuanta brevedad sea posible se expedirá la interesante declaración, que nos eleva al rango de Estados libre e independientes, y nos saca de la horrorosa esclavitud en que hemos yacido hasta ahora».
El 5 de Julio de 1811 se firma entonces el Acta de la Independencia de Venezuela en la Capilla de Santa Rosa de Lima, con lo que se da inicio oficial a la gesta Independentista que culminaría en el Campo de Carabobo con la Libertad definitiva de la República.
Día del natalicio del Libertador “Simón Bolívar”
El 24 de Julio de 1783, nace en Caracas nuestro Libertador Simón Bolívar, por lo que se celebra tal día como una fecha Patria todos los años. En homenaje al Libertador, “Simón Bolívar”, hemos querido evocar hechos sencillos de su infancia a través de algunos párrafos extraídos del maravilloso libro de Vinicio Romero « La Aventuras de Simón Bolívar » en lo que el libertador no relata en primera persona pasajes de su vida: “Estamos en 1783 precisamente en el año que nací. Caracas había crecido y se habían construido casas muy bonitas, agradables y fuertes. Mi casa no se quedaba atrás, tú mismo puede apreciarlo. Espaciosa, fresca, con tres patios, habitaciones cómodas y sobre todo el ambiente de felicidad que se respiraba aquí al lado de mis padres y mis hermanos. Con ellos solía jugar en toda la casa, pero mí preferencia era por el patio de granados, árboles de hermosas flores rojas y de una apetitosa fruta: la granada. Mi padre no era español. Es decir, era muy criollo, de la Victoria. Mi madre, María de la Concepción Palacios y Blanco, caraqueña. Papá se llamaba Juan Vicente Bolívar y Ponte y había nacido en 1726; y como se casó en 1773, quiere decir que tenía 47 años para ese momento, y mi madre apenas tenía 15 años. Pero a la muerte de mi padre, que ocurrió cuando yo apena tenía tres años, la casa se entristeció, se cubrió de luto. Se creía que mi madre, viuda a los 26 años, no tendría ni carácter ni fuerzas suficientes como para hacer frente a la administración de los bienes de la familia. Sin embargo, ella sola se encargó, de todo, con entereza y con buen sentido práctico.
Al nacer yo, ella se sentía muy delicada de salud. A tal punto que no pudo amantarme y me entrego a la doña Inés Mancebo de Miyares que en mis primeros días me dio de mamar. Luego la sustituyo en esta noble tarea la Negra Hipólita Bolívar. No era ese su apellido, pero antes los esclavos tomaban el apellido de los amos. La Negra Hipólita fue para mí un padre y una madre. Su leche alimentó mi vida y no conocí otro padre como ella. Frecuentemente mamá nos sacada a dar largos paseos, a caballo, por los alrededores de Caracas, a las propiedades que teníamos. Pero a ella en la más completa orfandad. La dicha fue muy corta. Así, de pronto, me encuentro alejado de mis días de infancia, cuando jugaba en la casa solariega, a la vista de mi madre, con mis hermanos, con Hipólita y con la inolvidable Negra Matea, que no fue mi nodriza, sino mi aya, o sea, mi cargadora. Jugábamos al escondite, el “palito mantequillero”, “la candelita”, “gárgaro malojo” o echábamos una y otra vez esos cuentos espantosos de la Sayona, o los sabrosos de Tío Tigre y Tío Conejo… Ahora estaba lejos de todo esto, en casa de mi hermana. Adiós a mi querido pario de los granados Entré de lleno en la juventud sin el calor del hogar, de ese cariño insustituible que solo se consigue en el seno de los padres…”
Día de la muerte del Libertador “Simón Bolívar”
El 17 de diciembre de 1830 le sorprende la muerte al Libertador Simón Bolívar, en San Pedro Alejandrino, una hacienda cercana a Santa Marta. Su última proclama, firmada el 10 de después de haber recibido los auxilios espirituales de un sacerdote, es un elocuente testimonio de su grandeza, de su desprendimiento y de la rectitud de su espíritu. « Es, también, y sobre todo, un legado donde señala rumbos hacia el fututo ». Los pueblos que liberó su espada conservan la esperanza de que sus hombres revivan el espíritu de Simón Bolívar y que culminen su obra. Corre el año 1830, y Sucre es asesinado el 4 de junio de ese mismo año en la montaña de Berruecos, cuando regresaba a su hogar rumiando amargas preocupaciones. Por otra parte, el Congreso de Venezuela, temeroso de que la presencia del Libertador volviera a disipar los proyectos separatistas, pone como condición a todo el diálogo su destierro del territorio nacional: es el más duro de los ultrajes y el más triste de los hechos históricos de nuestra República. El congreso colombiano, a su vez, le acepta la renuncia; designa un nuevo presidente que no asume por el pronto poder; el general Rafael Urdaneta, se hace cargo del gobierno el 5 de septiembre, instando al Libertador a volver. Todo lo anterior el deterioro de su quebrantada salud y el desenlace de siclo vital.
Le da hospitalidad en la quinta de San Pedro Alejandrino, cerca de Santa Marta, Colombia, un hidalgo español, Joaquín de Mier; y lo atiende en su última enfermedad un médico francés, Alejandro Próspero Reverend. Sabía Bolívar que iba a morir, y se preparó dejando un mensaje inolvidable en el que sus últimos deseos los expresaba y el sacrificio de su existencia lo ofrecía, para recomendar el mantenimiento de la unión grancolobiana. El obispo José María Esteves, de Santa Marta, y el cura Mamatoco, Hermenegildo barranco, le dieron los últimos auxilios religiosos. Falleció el 17 de diciembre de 1830. Tenía solamente 47 años: pero ya resonaba la frase del elocuente Coquehuanca, quien desde el Perú había pronosticado: « con el tiempo crecerá vuestra gloria como crece la sombra cuando el sol declina ». Sus restos, inhumados solemnemente en la catedral de Santa Marta, fueron trasladados a la catedral de Caracas en 1842.
De la catedral pasaron, en el gobierno de Guzmán Blanco, al Panteón Nacional. No logró el Libertador consolidar en los nuevos estados la vida institucional. En su último año llegó a exclamar, en mensaje al Congreso: « Me ruborizo al decirlo: la independencia es el único bien que hemos adquirido, a costa de los demás ». Y ya para concluir su periplo, imaginó que todo había terminado en un fracaso: « hemos arado en el mar ». Pero no. No había arado en el mar. Su figura continúa agigantándose, por encima de todos sus contemporáneos en el ámbito de su acción. El estudio de su pensamiento lo califica como uno de los más geniales visionarios del acontecer político y uno de los más brillantes cultores profundos conocedores de la realidades de los pueblos. Para las naciones que libertó (Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Panamá). Es y será Padre de la Patria. Para toda Latinoamérica, su voz es mensaje y su figura es prototipo de las aspiraciones generosas.

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